Mensaje del Párroco - 19 de octubre de 2025

Estimados feligreses de San Martín:

La semana pasada, mientras investigaba sobre las apariciones marianas, me impactaron las descripciones de varios videntes al ver a la Santísima Madre. Todos quedaron maravillados por su belleza. Ofrecen descripciones efusivas de su vestimenta, sus expresiones faciales, sus movimientos y el aura que la envuelve. Para algunos de estos videntes, es demasiado para sus sentidos humanos.

La belleza es uno de los medios de evangelización subestimados. El Padre Pío dijo una vez: “Si el mundo pudiera ver la belleza de un alma sin pecado, todos los pecadores, todos los no creyentes, se convertirían al instante». El Papa Benedicto XVI argumentó que las dos pruebas más convincentes de la fe católica son la vida de los santos y la belleza de su arte. El gran novelista ruso Fiódor Dostoyevski escribió la famosa frase: «La belleza salvará al mundo”. Ahora bien, el peligro de la belleza es que tendemos a quedarnos estancados en su aspecto material, en su mera apariencia física. Pero la belleza del arte de la Iglesia, por ejemplo, nos lleva hacia una belleza espiritual más profunda. Esto se expresa bien en una de las oraciones de la Misa de Navidad: “Porque en el misterio del Verbo encarnado, una nueva luz de tu gloria ha brillado en los ojos de nuestra mente, para que, al reconocer en él a Dios hecho visible, seamos atraídos por él en el amor a las cosas invisibles”. Oramos para ser guiados desde la belleza de la manifestación visible de Cristo al amor a las realidades espirituales invisibles.

Los espero este fin de semana en nuestra Feria Ministerial anual. Espero que tengan la oportunidad de ver las numerosas obras espirituales, educativas y caritativas de nuestra parroquia. Los animo a participar en una o más de ellas, porque no solo se beneficiarán, sino que contribuirán a la vitalidad de nuestra parroquia. En la famosa oración de San Carlos de Foucault, dice: “te amo, Señor, y por eso necesito entregarme...”. Que el amor que Dios ha sembrado en su corazón los lleve a un mismo deseo de entregarse a la edificación de la iglesia.

En Cristo,

P. David