Mensaje del Párroco - 12 de julio de 2025
- St. Martin of Tours

- 12 jul
- 2 Min. de lectura

Queridos feligreses de San Martín:
La semana pasada tuve la gran alegría de predicar la Misa donde Sor Providencia profesó sus votos perpetuos como religiosa de las Dominícas de Fátima. Fue una bendición estar con las numerosas hermanas que han servido en San Martín a lo largo de los años: Sor Ester, Maristella, Judith, Mariana, Yelitza, María Belén y algunas a quienes tuve el placer de conocer por primera vez.
Además de su hábito, Sor Providencia lució una sencilla corona de espinas en la Misa. La corona tiene múltiples significados. Uno de ellos es la dignidad real de la esposa de Cristo. Cuando una persona se casa con Cristo como religiosa, se convierte en esposa de Cristo Rey. Comparte una dignidad real que Adán y Eva perdieron por su desobediencia y que nos fue restituida en Cristo. La corona de espinas también simboliza una mayor conformidad con el Cristo sufriente. San Pablo escribió: “Pues me propuse no conocer cosa alguna sino a Jesucristo, y a Jesucristo crucificado” (1 Cor 2,2). En otro pasaje, proclama: “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, sino que es Cristo quien vive en mí”(Gá 2,20). En el bautismo, morimos con Cristo para resucitar con él a una nueva vida. La corona expresa la forma de vida que Sor Providencia (y todos nosotros, por medio del bautismo) hemos asumido. Expresa el desprecio por el mundo y sus atractivos pasajeros —la lujuria de la carne, la lujuria de los ojos y la soberbia de la vida— que Sor Providencia manifestó mediante votos de pobreza, castidad y obediencia. En esta vida, es a través del amor sacrificial y de la muerte al yo no redimido que se alcanza la verdadera grandeza. No hay otro camino que el que Cristo nos reveló mediante su cruz y resurrección. Agradezco el don de la entrega total a Cristo en amor, que es la principal característica de la vida religiosa. Aunque ocultos al mundo, estas hermanas y hermanos son aquellos cuya gloria se revelará plenamente en el cielo. Sus coronas de espinas se transformarán maravillosamente en gloriosas coronas reales que sobrepasarán cualquier honor o tesoro terrenal. “Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me entregará el Señor, juez justo, en aquel día; y no solo a mí, sino también a todos los que aman su Venida”(2 Timoteo 4:8).
Les pido que reciban con gran entusiasmo al P. James Fangmeyer, quien se une a nuestra familia parroquial como párroco asociado. Aunque se graduó de Good Counsel (y no de DeMatha, como yo), confío en que será una bendición para nuestra comunidad.
En Cristo,
P. David


Comentarios