Estimados feligreses de San Martín,
El tema de conversación de la ciudad la semana pasada fue el eclipse de 2024. Si se lo perdió, el próximo llegará a América del Norte en unos 20 años y, mejor aún, nuestra área estará en la línea de un eclipse total en unos 400 años. Sor María Belén dijo que le hizo pensar en el milagro del sol en Fátima, Portugal, que ocurrió en 1917. En mayo de ese año nuestra Santísima Madre comenzó a aparecerse a tres niños pobres, pidiendo el rezo del rosario por la conversión de los pecadores. En su última aparición, el 13 de octubre, unas 50.000 personas se reunieron en la ciudad de Cova de Iria cuando María prometió dar una señal para dar fe de la validez de las apariciones. Aunque había sido un día lluvioso, los cielos se despejaron repentinamente y miles de personas afirmaron que el sol comenzó a hacer algunas cosas milagrosas. Muchos incrédulos que se habían reunido para probar que las apariciones eran un engaño también vivieron este maravilloso evento. Un científico que estuvo presente describe la escena de esta manera:
El disco solar no permaneció inmóvil. No era el centelleo de un cuerpo celeste, pues giraba sobre sí mismo en un furioso torbellino, cuando de repente se oyó un clamor de todo el pueblo. El sol, girando, parecía desprenderse del firmamento y avanzar amenazadoramente sobre la tierra como si fuera a aplastarnos con su enorme peso de fuego. La sensación en esos momentos fue terrible.
Hablando de este lugar de señales milagrosas, encabezaré una peregrinación a Fátima y a España este mes de septiembre. Ciertamente hay mucho más en las revelaciones de Nuestra Señora en Fátima, y los animo a que se inscriban para profundizar su devoción a María y Jesús en el Santísimo Sacramento.
Por favor, continúe teniendo en cuenta las necesidades de nuestra despensa parroquial. Las reservas están ahora en el punto más bajo de su larga historia. Para ver los artículos que más necesitamos, consulte la reseña detallada del boletín semanal de Chuck Smith.
En Cristo,
P. David
